Hay quienes eligen la oscuridad by Charlie Donlea

autor:Charlie Donlea [Donlea, Charlie]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Intriga
editor: ePubLibre
publicado: 2019-05-28T00:00:00+00:00

CHICAGO

Agosto de 1979

Era jueves por la mañana, el día después de que Thomas había vuelto inesperadamente y la había pillado en el garaje. Habían pasado veintidós horas desde que vio el rostro de Clarissa Manning mirándola desde el carnet de conducir que había encontrado escondido en el garaje. Menos de un día desde que identificó el misterioso collar que había descubierto hacía semanas como el de Samantha Rodgers. ¿Habría más joyas allí, pertenecientes a las otras mujeres cuyos perfiles había elaborado? Angela había pasado gran parte de la noche del miércoles fingiendo dormir mientras imaginaba las estanterías del garaje llenas de pertenencias de las chicas desaparecidas.

Como la presión dentro de una olla, su paranoia iba aumentando cada hora que transcurría. Estaba convencida de que Thomas se había dado cuenta de sus hallazgos. Había guardado las cajas de forma tan apresurada que sin duda se habría percatado de que las había estado registrando. Thomas había cancelado el viaje a Indiana y hoy no había ido a trabajar. Su preocupación por que Angela visitara al médico había sido reemplazada por una nueva: el garaje. Angela lo observó toda la mañana desde la ventana de la cocina, intentando arrancarse las pestañas y pellizcándose las cejas. Cada cierto tiempo Thomas aparecía en la puerta de servicio cuando salía del garaje a la furgoneta aparcada en el callejón, cargado con cajas y cajones.

En el momento en que el motor de la puerta del garaje se había puesto en marcha la mañana anterior, Angela había colocado las cajas a toda prisa y había corrido a la cocina. Pensó en encerrarse en el baño y decir que no se sentía bien. Sin duda resultaría creíble, pues había estado muy mal las semanas anteriores. Pero eligió el lavadero. Con la lavadora y la secadora encendidas, podía argumentar que no lo había oído llegar después de aparentar asustarse cuando él la encontrara. Había contado con unos minutos añadidos para esconder el carnet de conducir de Clarissa Manning, que guardó en un bolsillo delantero de sus pantalones. El collar de Samantha Rodgers había ido a parar a la lavadora, junto con la ropa que estaba en el suelo. Sintió un hormigueo en todo el cuerpo cuando dejó a Thomas solo en el sótano. Después que ella hubo subido, él permaneció allí un par de minutos y Angela temió que metiera la mano en el agua espumosa y se encontrara con el collar.

Ahora, sentada en la cocina en la mañana del jueves, examinó desesperadamente sus opciones. Necesitaba huir de la casa y de su marido. Pensó en las alternativas con las que contaba mientras observaba cómo Thomas vaciaba el garaje. Su primer impulso fue echar a correr, salir por la puerta principal y no detenerse. ¿Pero dónde podía ir? ¿A casa de Catherine? No. ¿A la policía? Tal vez, pensó. Pero imaginó sus expresiones despectivas cuando revelara sus alocadas teorías. Lo más probable era que la metieran en un coche patrulla y la llevaran de vuelta con Thomas.

Sonó el teléfono. Thomas seguía cargando la furgoneta, así que Angela fue hasta el aparato y cogió el auricular.

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